Fatima Yareth Morales Avila
Betzaida Vianey Cuevas Rivera
Lucia Jacqueline Calistro Cruz
Esthefany Odalis Camacho Castillo
Esthefany Odalis Camacho Castillo
Erick Javier Loera Silva
Omar Alejandro Garcia Solorza
Carlos Omar Solis Villegas
Omar Alejandro Garcia Solorza
Carlos Omar Solis Villegas
Otomí
El otomí es un pueblo indígena que habita un territorio
discontinuo en el centro de México. Está emparentado lingüísticamente con el
resto de los pueblos de habla otomangueana, cuyos antepasados han ocupado
la Altiplanicie Mexicana desde varios
milenios antes de la era cristiana. Actualmente, los otomíes habitan un
territorio fragmentado que va del norte de Guanajuato al sureste de Tlaxcala. Sin embargo,
la mayor parte de ellos se concentra en los estados de Hidalgo, México y Querétaro. De acuerdo con las estadísticas de
la Comisión
Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México, la población étnica otomí sumaba 646.875 personas
en la República Mexicana en el año 2000, lo que les convierte en el quinto
pueblo indígena más numeroso del país. De ellos, sólo un poco más de la mitad hablaban
el otomí. Al respecto, cabe decir que la
lengua otomí presenta un alto grado de diversificación interna, de modo que los
hablantes de una variedad suelen tener dificultades para comprender a quienes
hablan otra lengua. De ahí que los nombres con los que los otomíes se llaman a
sí mismos son numerosos: ñätho (valle de
Toluca),hñähñu (valle del Mezquital), ñäñho (Santiago
Mezquititlán en el Sur de Querétaro) y ñ'yühü (Sierra Norte de Puebla, Pahuatlán) son algunos de los gentilicios que los otomíes emplean para llamarse a sí
mismos en sus propias lenguas, aunque es frecuente que, cuando hablan en
español, empleen el etnónimo otomí, de origen náhuatl.
Origen del gentilicio otomí
Como ocurre con la mayor parte de los etnónimos empleados para referirse a los pueblos indígenas de México,
el término otomí no es nativo del pueblo al que hace
referencia. Otomí es un
término de origen náhuatl que deriva de otómitl, palabra que en la lengua de los antiguos mexicas quiere decir quien camina con flechas, aunque autores como Wigberto Jiménez Moreno lo hayan traducido como flechador
de pájaros.
Vestimenta
La vestimenta tradicional, de las mujeres del
grupo otomí en el estado de México, consiste en un chincuete o enredo de lana o
de manta muy amplio y largo, a manera de falda, de color blanco, azul,
amarillo, negro, con líneas verdes, anaranjadas y amarillas; y una blusa de
manta o de popelina de color blanco, de manga corta, con bordados de flores. Es
característico de la indumentaria otomí el uso del quexquémetl, de algodón o
lana en varios colores y toda la ropa es adornada con adornos florales.
Territorio étnico
El
territorio étnico de los otomíes ha sido históricamente el centro de
México. Desde la época precolombina, los pueblos de habla otomangueana han
habitado esa región y se les considera como pueblos nativos de las tierras
altas mexicanas. De acuerdo con el cálculo de Duverger, es posible que los
pueblos otomangueanos se hayan encontrado en Mesoamérica por lo menos desde el
inicio del proceso de sedentarización, el cual tuvo lugar en el octavo milenio
antes de la era cristiana. La ocupación otomangue del centro de México
remite entonces al hecho de que las cadenas lingüísticas entre las lenguas
otomangueanas se hallen más o menos intactas, de modo que los miembros
lingüísticamente más cercanos de la familia se encuentre también próximos en el
sentido espacial. La primera fractura del grupo otomangueano ocurrió al
separarse las lenguas orientales de las lenguas occidentales. El brazo
occidental está compuesto por dos grandes ramas: los pueblos de habla
tlapaneco-mangueana y los de habla oto-pame. Entre estos últimos se encuentran
los otomíes, asentados en el Altiplano Central mexicano junto con el resto de
los pueblos que forman parte de la misma rama otomangueana —mazahuas, matlatzincas, tlahuicas, chichimecas jonaces y pames—.
Los otomíes
en la actualidad ocupan un territorio fragmentado que se extiende por los
estados de México, Hidalgo, Querétaro, Guanajuato, Michoacán, Tlaxcala, Puebla
y Veracruz. Todos estos estados se encuentran en el corazón de la República
Mexicana y concentran la mayor parte de la población del país. De acuerdo con
los espacios con mayores concentraciones de población otomí, este pueblo puede
agruparse en cuatro vertientes: el Valle del Mezquital, la Sierra Madre Oriental, el Semidesierto queretano y el norte del estado de
México. Aislados de estos grandes grupos que concentran alrededor del 80% del
total de miembros de este pueblo indígena se encuentran los otomíes de Zitácuaro (Michoacán),
los de Tierra Blanca (Guanajuato) y los que aún quedan en Ixtenco (Tlaxcala). Por el
territorio en el que se encuentran, los otomíes viven en una intensa relación
con las grandes metrópolis como la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, la ciudad
de Puebla, Toluca y Santiago de Querétaro, sitios a donde muchos de ellos han tenido que
emigrar en busca de mejores oportunidades de trabajo.
Las
lenguas otomíes forman parte de la familia lingüística otomangueana, una de las más antiguas y
diversas del área mesoamericana. De entre las más de cien lenguas otomangueanas
que sobreviven en la actualidad, las lenguas otomíes tienen su pariente más
cercano en el idioma mazahua, también hablado en el noroeste y el poniente del
estado de México. Algunos análisis glotocronológicos aplicados a las lenguas
otomíes señalan que el otomí se separó del idioma mazahua alrededor del siglo VIII de la era cristiana. Desde entonces,
el otomí se fragmentó en las lenguas que se conocen actualmente
La
lengua nativa de los otomíes es el idioma otomí.
En realidad, se trata de un complejo de lenguas, cuyo número varía de acuerdo
con las fuentes consultadas. De acuerdo con el Ethnologue del Instituto
Lingüístico de Verano,
y con el Catálogo de lenguas
indígenas del Instituto Nacional
de Lenguas Indígenas (Inali) de México, son nueve las
variedades de otomí.David Charles Wright Carr propone que son cuatro las
lenguas otomíes. De acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los
Pueblos Indígenas de México (CDI), sólo el 50,6% de la población otomí habla la
lengua nativa de este grupo. En el año 1995, esta proporción correspondía a un
total de 327.319 hablantes de las lenguas otomíes en toda la República
Mexicana. El cálculo anterior
corresponde a un cálculo de la CDI en el que se pretende incluir a los menores
de cinco años que hablan otomí, que en los conteos de población mexicanos no
son contemplados. De acuerdo con el I Conteo de Población de 1995, los
hablantes de otomí mayores de cinco años sumaban 283.263 individuos, lo que
representa una pérdida de 22.927 hablantes en comparación con el Censo de
Población y Vivienda de 1980, cuando se registraron 306.190 hablantes de
lenguas otomíes.
La
población hablante de las lenguas otomíes ha disminuido en los últimos años. En
cierta forma, esta reducción de los hablantes de otomí se debe a la migración
desde las comunidades de origen y a la urbanización de su territorio étnico,
que les impone la necesidad de convivir con una población exclusivamente hispanófona en su mayoría. La contracción de la
comunidad lingüística otomí también es resultado de los procesos de castellanización a que han sido sometidos todos los
pueblos indígenas de México. La castellanización de los indígenas en México se
ha entendido por mucho tiempo como un proceso sustractivo, es decir, que
implica la renuncia al uso de la lengua materna para poder obtener competencia
lingüística en
la lengua española. La
castellanización de los indígenas se presentó como una alternativa para
integrar a los indígenas a la cultura nacional mexicana y para mejorar sus
condiciones de vida. Sin embargo, los programas de educación indígena en lengua
española han sido desacreditados por los críticos porque implican, por una
parte, la pérdida de la lengua nativa y, por otro lado, no han servido para
mejorar la calidad de vida de las comunidades indígenas.
Idioma
Las lenguas otomíes forman parte de la familia lingüística otomangueana, una de las más antiguas y
diversas del área mesoamericana. De entre las más de cien lenguas otomangueanas
que sobreviven en la actualidad, las lenguas otomíes tienen su pariente más
cercano en el idioma mazahua, también hablado en el noroeste y el poniente del
estado de México. Algunos análisis glotocronológicos aplicados a las lenguas
otomíes señalan que el otomí se separó del idioma
mazahua alrededor del siglo VIII de
la era cristiana. Desde entonces, el otomí se fragmentó en las lenguas que se
conocen actualmente
La lengua nativa de los otomíes es el idioma otomí.
En realidad, se trata de un complejo de lenguas, cuyo número varía de acuerdo
con las fuentes consultadas. De acuerdo con el Ethnologue del Instituto Lingüístico de Verano,
y con el Catálogo de lenguas indígenas del Instituto Nacional de Lenguas
Indígenas (Inali) de México, son nueve las variedades de otomí. David Charles Wright Carr propone que son cuatro las lenguas otomíes. De acuerdo con
la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México
(CDI), sólo el 50,6% de la población otomí habla la lengua nativa de este
grupo. En el año 1995, esta proporción correspondía a un total de 327.319
hablantes de las lenguas otomíes en toda la República Mexicana.El
cálculo anterior corresponde a un cálculo de la CDI en el que se pretende
incluir a los menores de cinco años que hablan otomí, que en los conteos de
población mexicanos no son contemplados. De acuerdo con el I Conteo de
Población de 1995, los hablantes de otomí mayores de cinco años sumaban 283.263
individuos, lo que representa una pérdida de 22.927 hablantes en comparación
con el Censo de Población y Vivienda de 1980, cuando se registraron 306.190
hablantes de lenguas otomíes. La población hablante de las lenguas otomíes ha
disminuido en los últimos años. En cierta forma, esta reducción de los
hablantes de otomí se debe a la migración desde las comunidades de origen y a
la urbanización de su territorio étnico, que les impone la necesidad de convivir
con una población exclusivamente hispanófona en
su mayoría. La contracción de la comunidad lingüística otomí también es
resultado de los procesos de castellanización a que han sido sometidos
todos los pueblos indígenas de México. La castellanización de los indígenas en
México se ha entendido por mucho tiempo como un proceso sustractivo, es decir,
que implica la renuncia al uso de la lengua materna para poder obtener competencia lingüística en la lengua
española La castellanización de los indígenas se presentó como una
alternativa para integrar a los indígenas a la cultura nacional mexicana y para
mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, los programas de educación
indígena en lengua española han sido desacreditados por los críticos porque
implican, por una parte, la pérdida de la lengua nativa y, por otro lado, no
han servido para mejorar la calidad de vida de las comunidades indígenas.